Els Joglars se han mantenido durante más de cincuenta años
fieles al espíritu con que se fundó la compañía. Ya al escoger el nombre
hicieron una declaración de principios: "Els Joglars" significa, en
catalán, "los juglares", y hace referencia al papel que en la edad media
ejercían los juglares, o al de los comediógrafos de la Grecia clásica. Para
ellos, el teatro tenía una función social y política: la de hacer crítica
social mediante la ironía y la fabulación, poniendo el dedo en la llaga de
todas aquellas cuestiones incómodas para el poder establecido. Por ello, las
obras de Els Joglars han sido tan elogiadas por la crítica teatral, como
polémicas en lo político y social.
Desde 1966 hasta 1976 formó parte del grupo Jaume Sorribas.
Els Joglars se ha caracterizado siempre por su espíritu crítico
frente a la actualidad política, y han incluido en sus obras a políticos de
todas las tendencias, desde Franco hasta Jordi Pujol, pasando por Felipe
González o Pasqual Maragall. También han ironizado ácidamente con personajes
culturales como Salvador Dalí o Josep Pla, colocándolos como el contrapeso
necesario a la política catalanista. Esta actitud ha conllevado al grupo
diversos choques con las autoridades. El primero y más grave de ellos sucedió
cuando el director de la compañía, Albert Boadella, fue detenido y encarcelado
durante ocho días, en diciembre de 1977, por la representación de la obra La
Torna, en el momento en que España transitaba de la dictadura a la democracia.
Tras la restauración monárquica, el hecho de que Boadella nunca escondiera sus
simpatías por el PSOE supuso a Els Joglars el veto de diversas televisiones
públicas: en TV3 bajo el gobierno de Pujol en Cataluña[cita requerida], y en
TVE bajo el gobierno de Aznar[cita requerida]. Asimismo han sido declarado
"non gratos" en diversos municipios.
En el año 2003 Els Joglars estrenó el primer largometraje
cinematográfico escrito, dirigido e interpretado por la compañía, y producido
por Andrés Vicente Gómez: "Buen viaje excelencia", una ácida y
caricaturesca visión de los últimos días del dictador Franco. La película no
fue exhibida por las grandes cadenas de cines españolas.
Hasta 2012 Els Joglars estuvo dirigida por Albert Boadella,
y formada por Ramon Fontserè, Jesus Agelet, Pilar Sáenz, Minnie Marx, Jordi
Costa, Xavier Boada, Dolors Tuneu, Lluís Elias, Josep Mª Fontserè, Pep Vila,
Xavi Sais y el propio Boadella. El 11 de septiembre de 2012 Boadella traspasó
la dirección a Ramon Fontserè.
Obra: La torna de la torna
El 2 de marzo de 1974 Puig Antich y el polaco Heinz Chez morían ejecutados en Barcelona y en Tarragona respectivamente. Del primero se ha hablado mucho y aún se continúa hablando, dada su condición de político. Heinz Chez, en cambio, murió como una rata, ya que estaba marcado por el estigma de delincuente común. De todos modos, la paradoja trágica es que esta ejecución se efectuó con una finalidad política, constituyendo la "torna" de la ejecución de Puig Antich. Todo se hizo con el fin de desorientar a la opinión pública predispuesta a confundir fácilmente, en aquel momento, los términos de activista político y de delincuente común.
La patética vida de Heinz Chez es casi desconocida incluso para los que pudieron tratarlo íntimamente. Según algunos testimonios, Heinz era un hombre enigmático, del cual sabemos muy pocas cosas. Él mismo narró, la muerte de sus padres durante la guerra, cuando tenía cinco años, el internado en un campo alemán de niños, su oficio de comediante de calle para ganarse la vida, el paso erradizo y solitario a través de diversos países, hasta el día en que disparó mortalmente sobre un guardia civil en un camping de la provincia de Tarragona…
Ni antes ni después de la ejecución se dio a conocer nadie como familiar ni amigo. Se trataba, sin duda, de un auténtico solitario que pasó por el garrote vil sin saberse casi nada de su persona y sus acciones (es posible que hasta su nombre sea falso). El espectáculo se ha creado como una versión libre sobre el tema, con la finalidad esencial de salvar del olvido una de entre tantas injusticias cometidas en nombre de lo que se llama justicia y que confía que el polvo de los años entierre los episodios oscuros.
Hemos querido tratar con la máxima simplicidad los elementos escénicos, así como la narrativa, porque algunas de las situaciones, a pesar de su tono esperpéntico, son auténticas. No obstante, no hemos construido una tragedia sino una comedia de máscaras tal como debía ser la visión de Chez, pues aquel hombre desconocía además de nuestra lengua, las costumbres y los ritos judiciales de España.
SARA MARTÍNEZ DE LA FUENTE Nº 15
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